LOS OBJETIVOS DEL PROYECTO
Un principio básico de en la gestión de
proyectos, así como en toda actividad de gestión, es que los objetivos
estén definidos a priori y con un grado de suficiente de claridad y
precisión. Hay proyectos donde la definición de objetivos se hace
realmente difícil, pero esa dificultad no significa que no deba hacerse,
puesto que cuanto más inmaterial es o más arriesgado sea un proyecto más
necesario será contar con un marco de referencia, aunque sus contornos
sean menos nítidos que en otras ocasiones. OBJETIVO TRIPLE: Resultado, Costo, Plazo. El objetivo del proyecto es siempre triple. No basta con conseguir uno o dos objetivos, ni hay que dar más importancia a uno o a otro.
El primer objetivo es el resultado final de proyecto, es decir, la obra que se quiere realizar y que supone el origen y justificación del proyecto, por lo que puede considerarse el objetivo más importante y significativo. Pero la consecución del objetivo técnico no es suficiente. Eso sí: ha de considerarse más bien como una condición ineludible. En el caso de abordar la electrificación de una aldea, la aldea se debe electrificar, pero a cualquier precio ni en cualquier plazo. En el caso de proyectos externos, el objetivo de costo suele estar definido y tiene una importancia grande. Normalmente existe un contrato, y el proveedor deberá respetarlo o tendrá dificultades para revisar al alza el presupuesto. En proyectos internos es frecuente que el objetivo de costo no figure en forma explícita, algo que se debe intentar reducir. El plazo es el objetivo que más fácilmente se deteriora, convirtiéndose así en el que mejor mide el grado de calidad de gestión del proyecto. A menudo se piensa que el plazo de realización de un proyecto no debe valorarse excesivamente, puesto que es algo que "casi nunca se respeta". Pero hay proyectos en los que este objetivo se convierte en el más importante. ¿Qué pasaría si las obras del estadio olímpico no estuvieran terminadas para la inauguración de los Juegos Olímpicos? El aspecto triangular de los objetivos se refuerza por la necesidad de coherencia y proporción entre los mismos. Los tres son inseparables y forman un sistema en el que cada modificación de cada una de las partes afecta a las restantes. Dado que la maximización individual de los tres criterios básicos no es posible, es necesario maximizar una cierta combinación entre ellos, priorizando aquellos que se adapten mejor a las estrategias de la empresa.
EL CUARTO OBJETIVO Algunos autores introducen un cuarto elemento
de gran interés: la satisfacción del
usuario. Con ello se quiere indicar la importancia de que el
proyecto satisfaga las expectativas de éste. Un proyecto que cumpla las
especificaciones, se realice en tiempo y dentro del presupuesto pero que
no deje satisfecho al cliente no cumple sus objetivos. La satisfacción del
cliente suele considerarse ahora como una estrategia general de muchas
empresas (sobre todo de las de servicios) y elemento clave para la
valoración del éxito de los proyectos que emprendan. CONTEXTO Y ESTRATEGIA Un proyecto no puede concebirse al margen del resto de las actividades que lleva a cabo la organización. Todas las actividades contribuyen a conseguir unos fines generales expresados en las estrategias de la organización. Por ello, el tipo de organización influye no sólo en los proyectos que se van a a realizar sino también en la forma en la que se realizan. Todo ello forma parte del contexto del proyecto. El conocimiento del contexto del proyecto es un elemento fundamental para asegurar el cumplimiento de sus objetivos. Como se ha dicho, la gestión del proyecto deberá buscar el óptimo entre los objetivos. Para ello hay que conocer la importancia relativa de cada factor respecto a cómo responde a la estrategia de la organización ejecutora del proyecto. Distintos enfoques estratégicos, como poner productos lo antes posible en el mercado, o poner productos de calidad contrastada aunque no sean muy innovadores, o maximizar el beneficio, dan más peso a un objetivo u otro. Así mismo, el entorno externo puede forzar una determinada posición ante la aparición de una nueva tecnología, los avances de la competencia, etc. |